El #MeToo : Cuando se normaliza lo incorrecto

Desde hace un par de años se comenzó a gestar un movimiento mundial que implica denuncias y acusaciones, muchas tardías, sobre casos de abuso y acoso sexual, sobre todo en Hoollywood con el #MeToo.

El efecto de este movimiento llamado también ''efecto Wenstein'', ha tenido una avalancha de reacciones a nivel mundial, la más reciente en Argentina con denuncias como la de Thelma Fardin sobre uno de sus compañeros de reparto en la telenovela Patito Feo, cuando ella tenía 16 años.

Este movimiento tiene un poder inmenso que aumenta día tras día, cada vez son más las mujeres que inspiradas por famosas como Alyssa Milano se han atrevido a hablar sobre su situación como muestra de solidaridad, valentía y prevención para aquellas que son vulnerables o pasan por situaciones parecidas, el punto es no quedarte callada ni callado. Es tanto que ha sido capaz de destruir carreras, el caso de Kevin Spacey. 

Sin embargo, se debe admitir que como en todo existen versiones dudosas, pues no faltarán aquellas que sean para cubrir una relación sexual que avergüenza a la supuesta víctima y que en este momento se aproveche para justificar como abuso una situación consensuada. Por ello es importante verificar versiones, pero, para ser francos y realistas, en esta sociedad es más probable que un abuso se haya llevado a cabo a que no.

¿A todas nos pasa?

Quisiera decir que no, quisiera decirte, querido lector, que son casos aislados, que en la vida cotidiana no se ve el acoso o los abusos, pero estaría mintiendo categóricamente cuando en carne propia lo he vivido, cuando lo he visto en amigas, en conocidas, en vecinas en compañeras y en mi familia.

Fuimos criadas en una sociedad que justifica las acciones de los cerdos, una sociedad que siempre trata de darle la razón a un hombre que persigue por la calle a una chica gritándole obscenidades con la simple razón de ''es que ella está muy guapa o es que mira como va vestida''. 

Te juro, amiga o amigo lector, que una chica una estudiante usando su uniforme como debe ser (falda de un largo correcto y suéter) no planea ir provocando hombres de camino a casa, te aseguro que no tienen intenciones de que un hombre envalentonado por ir arriba de su auto le grite insultos y obscenidades.

¿Entonces a todas les pasa?, ¿Te ha pasado?

De nuevo, ojalá pudiera decirte con seguridad ''no, nunca, no sé de qué hablan, están locas'', porque de nuevo, estaría mintiendo. Desde que entré a la adolescencia me tuve que hacer a la idea de que, a pesar de no quererlo y de sentir muchísima vergüenza, sería imposible ser respetada, tenía que hacerme a la idea de que hombres asquerosos iban a observar mi cuerpo y a lanzarme ''piropos'', a lanzar chiflidos, a seguirme en la calle, a perturbarme camino a la escuela. Pero es normal, ¿no?, digo, no pasa nada, son simples piropos, ¿no te afecta, o sí?

En una ocasión, cuando tenía 13 años yo estaba afuera de mi caso jugando con mi hermoso gato Tomás, un amarillo muy lindo. Un taxi se estacionó frente a mi casa, un hombre se bajó y se quedó al lado de la puerta del conductor mirándome, un hombre de unos 30 años, fue tan incómodo que decidí mejor entrar a la casa, pero mi madre estaba ahí en la puerta, observando todo y me dijo ''no, ahí quédate, te dije que no salieras a jugar con el gato, y te dije que ya no te pongas esa ropa, ahora aguántate''. Le rogué que me dejara entrar, el tipo me habló ''oye, ¿me puedo estacionar aquí?'' yo lo ignoré, luego dijo ''¿es tu gato?, está bonito'' sin dejar de verme las piernas y todo el cuerpo. Mi madre no hizo nada, me dejó afuera hasta que el hombre se marchó. Nunca volvimos a hablar del tema y no volví a usar esa falta ni esa blusa con estampado de gatitos.

Años más tarde, ya en secundaria, unos compañeros me molestaban demasiado, era un suplicio, pero sobreviví. Todo era molestar y lanzar papeles o burlas, solo eso, hasta ese día. Yo iba a levantarme de mi lugar para ir a comprar a la cooperativa algo de comer, había un par de compañeros en la entrada, pero ni siquiera se percataron de mi presencia. No me día cuenta hasta que escuché una estúpida risita detrás de mi, era ese compañero que más me molestaba, yo, acostumbrada a ser molestada me limité a ignorar su presencia, pero él se acercó detrás mío y tocó mis nalgas y mis pechos. No supe que hacer, solo me quité y le dije algo como ''idiota, no me toques'' y huí. No volvió a pasar, supongo que la expresión de mi rostro debe haber sido tan inesperada que el chico se planteó que realmente esa no había sido una buena idea.

A los 18 una chica, sí, las chicas lo hacen, tocó mis nalgas, era una chica, ¿en serio tomar a mal que una chica lo haga? Tampoco dije nada.

Más tarde, ya en mis 20s, en un autobús rumbo a Guadalajara en mi segundo viaje sola, me tocó asiento junto a la ventanilla. A mi lado iba un tipo, ni siquiera me preocupé en observarlo bien, era un pasajero más ¿en serio iba a ponerme paranoica? Para nada, yo solo podía pensar en lo maravilloso del viaje y en toda esa comida tan deliciosa. Del tipo puedo mencionar que a lo mucho tendría unos 35 años, atuendo de lo más común, solo le dirigí la palabra para lo común, responder el saludo y decir ''sí, aprovechar el trayecto para dormir'' cuando mencionó junto a una señora que estaba acomodando su equipaje en el asiento de enfrente que ''ya estaba dando sueño''. En efecto, me quedé dormida, estaba agotada, entre el ajetreo del viaje no había dormido bien y ese trayecto me serviría de mucho para descansar, eso pensé. Recuerdo la penumbra, era plena madrugada, los ronquidos suaves de la gente alrededor, la calma... a mí me despertó esa sensación de cuando ''algo'' te aprieta, ya sea la ropa o una pulsera, en este caso era algo en mi ingle. Abrí los ojos, no vi nada, me quedé quieta hasta saber por qué sentía ''eso'', pero fue cuestión de segundos en los que supe lo que era: el tipo estaba tocando mi entre pierna, su mano se aferraba a mi ingle y sus dedos trataban de acariciar mi vagina sobre el pantalón. Fue horrible. A esa edad, pensé, ya no era una niña ni la chica inexperta, ya era una adulta, ya había tenido novio, pero estaba sola, ¿qué iba a hacer? Atiné a enterrar las uñas en la mano de aquél hombre, lo hice con tanta fuerza que cuando se hizo de día pude ver restos de sangre entre mis uñas. No supe qué mas hacer y me tapé la cara con la manta que llevaba para el viaje, tomé el teléfono y le mandé un whatsapp a mi madre para decirle ''creo que el tipo que va al lado de mi me acaba de tocar'', pero solo atinó a decirme ''ten cuidado''. Me dio mucha vergüenza, lloré en silencio hasta que amaneció. El tipo se cambió de lugar en la próxima estación, no tuve el valor de verlo a la cara, como si yo hubiera sido la culpable. Mi ropa era simple: pantalón de mezclilla, sudadera con gorro, sin maquillaje. ¿Se dan cuenta de que ninguna sabe cómo actuar en estos casos?

Podría contarles más, pero no pretendo aburrirles. No hay muchos que lo sepan, no me atreví ni sé cómo pude hacerlo hoy.

¿Entonces?

A todas nos ha pasado y la que diga que no, ¡por favor chica!, ¡no es normal que te toquen, no es normal que te acosen! Y si en serio no te ha pasado, ¡no tienes idea de lo afortunada que eres, apoya a las que sí lo sufrieron!

Debemos dejar de normalizar algo que para nada es correcto, que es un abuso, que es acoso que es intimidación y violencia. ¿Por ser mujer se debe tolerar? ¡No, carajo! Pero ¿por que no hablamos?, ¿por qué lo permitimos? Es la costumbre, es que nos criaron para ver tan normal todo eso, para decir ''no pasa nada'' cuando un desconocido te toca el culo, para decir ''no pasa nada'' cuando un viejo asqueroso le grita sandeces a una niña o una mujer cualquiera. Y si eres hombre, todavía peor porque ''a los hombres no les pasa'' o ''eres joto''.

¿Hay solución?

Criar personas empáticas, criar mujeres empoderadas. Criar seres humanos en igualdad, enseñarles cuando se ha traspasado el límite, enseñarles a respetar a los demás y a no permitir que nos violenten. Y no solo a los niños, también a los adultos, pero sobretodo, hablar, no callarse nunca.

¿Y en México hay un #MeToo?

Pero es que en México no pasa nada, son unas exageradas, no es nada, ¡eso aquí no pasa!

Ojalá fuera cierto...

Pero no necesitamos que una famosa lo haga público para nosotras decir ¡A mí también me ha pasado! ¿Y si les ponemos el ejemplo? ¿Y si hacemos la diferencia? ¿Y si cambiamos de chip y dejamos de ver normal el acoso y el abuso?
Soñar no cuesta nada.

#MeToo
أنا_كمان# 
#MiraComoNosPonemos 
#MoiAussi 
#我也是 
#나도당했다 
#YoTambién 
#memyös 
#balanceTonPorc 
#من_هم_همینطور 
#QuellaVoltaChe 
גםאנחנו# 
#stilleforopptak 
#Ятоже 
#NiEre 
#TôiCũngVậy 

#NoEsNormal !!!

#Fuerza!!

Au Revoir!!



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