Lo que aprendí del mar

Con nuevos bríos desvío la mirada monocular hacia la inmensidad del mar. El mar es quizás lo más fascinante del planeta, qué mas da si es en Fiji, Puerto Escondido o Tijuana, dónde sea el mar es el mar y mientras exista costa uno puede ir a deleitarse con el bello canto de las olas y una que otra gaviota.

Puedo sentir la brisa helada y ese característico olor a sal, dotando de un aura romántica esa soledad de la inmensidad ¡Qué ganas de sumergirme en esas aguas heladas!

Me siento viva de nuevo, me siento yo misma, me siento llena de energía para recuperar esa vida que dejé atrás, de nuevo voy a perseguir lo que quiero, reclamando ese lugar reservado en mi gloria personal. Porque no existe nada más triste que un ser que ha perdido la brújula. Nada se compara con reencontrarte contigo mismo y exigirte continuar. 

Ese es el encanto de la inmensidad del mar, ese es el encanto de la vida y de hacer las cosas con el alma, manteniendo el espíritu, sin doblegarse ante cualquier adversidad, porque para eso se viene a esta vida, alguien tiene que fajarse bien los pantalones y enfrentarse a cuanto desafío se presente.

Siempre se puede retomar la lección, solo falta una pizca de actitud, mucho coraje y toneladas de orgullo.

Así que, seguiré mi camino, esperando que estas nuevas aventuras sean más fascinantes y dejen muchísimas lecciones...



Au Revoir!!


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