La maceta

Antes de entrar a la universidad, mucho antes de saber que mi vida se convertiría en un ejemplo de lo random, fui cajera durante un año en una sucursal de Carnemart, exactamente la que está sobre el bulevar Cucapah, frente a la zapatería 3 Hermanos, por esos rumbos que ningún turista se interesa en visitar.

Cuando llegué a ese empleo no sabía NADA de caja, tuve suerte de que el esposo de mi hermana en aquel entonces era auditor de tienda, así que no hubo problema para ingresar. Lo que si fue un calvario es aprender en tiempo récord a manejar la caja y no perder dinero. Justo en esa tienda conocí a un hombre algunos años mayor (12, para ser exactos).

Se convirtió en un buen amigo y el único que no se enojaba por mi nula experiencia, insistía mucho y yo me sentía como bicho raro, sola y aburrida, y ya saben, una cosa llevó a la otra y nos hicimos novios. Todo iba bien hasta que... Chanchanchanchaaaaaaan!!!

Cada que íbamos a salir, yo pasaba horas arreglándome: me planchaba el cabello, buscaba un buen outfit, maquillaje, etc. Luego esperaba.

Al principio solo tardaba, diez minutos, luego media hora. La impuntualidad me daba igual, yo jamás he sido puntual, así que le disculpé ese detalle los primeros dos meses.

Sin embargo, pronto llegaría el día en que después de arreglarme por horas se le ocurre al descarado hablarme cinco minutos antes de la cita para decir que no íbamos a poder salir. Así que con resignación, solo quedaba ponerme la pijama y acostarme a ver los Simpsons.

A la siguiente cita, ¿qué creen? Sí, la volvió a aplicar, una hora esperándolo. Maquillada, entaconada y perfumada, con paciencia esperé a que mi Romeo sinaloense mostrara señales de vida y a la hora ya me dice "Amorcito, ay mi vida, fíjate que mi amigo fulanito tuvo un problema y no voy a poder salir contigo hoy, pero mañana sí, mañana te llevo a los tacos o a comer pizza, ¡lo que quiera mi reina!"

Nuestras salidas eran a unos tacos llamados "Los poblanos", ahí por el blvd. Cucapah por donde está la CFE, también a una pizzería que estaba por el blvd. Insurgentes, y a un sitio (gusto mío) donde tienen una rica sopa vietnamita por el blvd. Casa blanca.

Por supuesto, la muy tonta se tragaba el cuento para que lo mismo se repitiera al día siguiente y al otro. Cancele salidas con amigas, cumpleaños con familiares y eventos para poder salir con él, le molestaba que yo saliera pero me dejaba plantada siempre. Claro, en mi casa me apodaron "La maceta".

Lo curioso es que veía más seguido a mi suegra que a mi novio, su casa me  quedaba de paso en la parada del taxi y aprovechaba para visitarla. Cuando decidí terminar con él (un poco más de un año) la señora fue la más afectada, me quiso mucho pero sabía que ya no habría vuelta atrás. Como debía ser, no pude visitarla ya, su hijo insistió en volver, pero yo ya no quería ni verlo, lo más sano era cortar cualquier vínculo.

Y sí, me ponía los cuernos, con su ex para variar. Enterarme de esto me ayudó a tomar la decisión de terminar. Me importaba tan poquito que lo corté por mensaje de texto y llamada.

¿Qué si fue el único que me dejó plantada? Nop. Algo similar pasó con un novio que tuve hace cuatro años, pero este canijo me citó en un café: maquillada, entaconada y perfumada, ¡dos horas esperando! Y hasta que se le dio la gana me avisó que no iba a llegar.

Estuve dos horas sin pedir nada en un café al otro lado de la ciudad, un café frente a la playa llamado Aquamarino, muy lindo de hecho, imagino que por eso odié el lugar durante un tiempo. Aunque nuestro predilecto era el Dinastía 12 de plaza Río y el café Praga de la calle 5ta donde pasábamos horas debatiendo sobre la Revolución Rusa, Napoleón Bonaparte o la Segunda Guerra Mundial. También íbamos al Pasaje Rodríguez, a leer y comentar sobre lo leído.

"No me digas, ¿te dejaron plantada, macetita?" dijeron en mi casa al verme llegar con una cara de pocos amigos.

No me quedó de otra que arquear la ceja, tomar mi orgullo, ponerme pijama y ver episodios de Papá Soltero en youtube para alivianar la humillación. 
Y no, no solo los novios me han dejado plantada, una vez quedamos con una amiga, la esperé 3 horas, soy persistente por eso espero hasta el final como buen guerrero. El punto es que la mujer nunca llegó y cuando por fin tomó la llamada me dijo ''¡Ay, no manches Jous, me quedé dormida, sorry!''. Es que uno no sabe para quién trabaja.
Con decirles que hasta los maestros, mi madre, mi padre...

Y bueno, esta Maceta, se despide, amiguitos...

Au Revoir!!

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