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¿Un ejemplo? No, ciertamente no, pudiste haber sido la imagen equivalente a la de las cajetillas de cigarro en las botellas de alcohol. De los recuerdos de infancia, queda marcada tu imagen tambaleante en la madrugada con una cerveza en mano, subiendo el volume a la música de El Tri y gritando ''Chinguen todos a su madre'', a mi me daba risa. O cuando te burlabas de las gordas, y yo seguía tu ejemplo. Frases como ''pues chingue su madre'' o ''me vale madre'' y reír. ¡Qué recuerdos! Cuando te llamaban para preguntar si ya ibas a llegar a algún asunto del trabajo y decías ''sí, voy aquí a la vuelta'', pero en realidad apenas ibas saliendo de bañarte. No fuiste el padre común, pero a tu manera nos dijiste ''bríncame hija de la chingada, estudia para que no dependas de ningún cabrón'' y nos inculcaste la independencia. Si me preguntaran anécdotas de infancia y adolescencia con mi padre... ¡todas terminan en comedia! Y ni hablar de tu amor hacia los animales, sobre todo los perros aunque también los gatos. Pero esto es superficial, en el fondo eras distinto, aunque te malinterpretaban, yo sí sabía quién eras: un hombre de lo más sensible que prefería ocultar la tristeza con algún comentario gracioso o ademán cascarrabias, me decepciona que casi nadie pudo entenderlo, pero yo sí porque al final siempre he sido un reflejo tuyo. Me habría gustado que le enseñaras malas palabras y albures a tu nieto, eso habría sido gracioso. Lejos de ser el padre ideal que es ejemplo de buenas maneras eras poco ortodoxo, pero no me importa, por más que me quejase, siempre te habría elegido a ti como mi padre antes que a un aburrido abstemio. Así eras tú, cínico incomprendido, bebedor empedernido y bohemio de afición.  





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